Sábado 7 de mayo de 2011 “MI HIJA SE FUE DE NUEVO”
Ahora que el calor ha vuelto por sus fueros, luego de una tregua de 3 días inéditos de mayo con nublados y un poco de vientecillo frío insolente y sutil como biniza*, he regresado a Ixtepec tan sola como triste. Nada salió como pensaba en esta estancia de mi hija. Primero, me dijo que esperaba a una amiga que llegaría el viernes, así que no podríamos irnos el viernes a SanCris y a Tuxtla como yo deseaba; segundo, que su amiga venía para que ella la llevara al mar y se irían a pasear allá, por lo menos el día sábado. Así que, adelantamos el viaje a Tuxtla porque yo debía ir a hacer un trámite. Nos fuimos sin Nelson porque andaba en la prisa de sus ensayos ya que tenía tocadas muy próximas, lo bueno fue que mami nos acompañó y el trayecto fue lindo para mí, acompañada de mi madre y mi hija. Lo malo fue que, desde el día que salimos de Ixtepec empezó un vientecillo y un frío completamente originales para el mes de mayo en nuestras tierras y así estaba también Tuxtla, así que, ni ganas dieron de entrar a la alberca, ni hubo paseo a SanCris y, lo peor de todo fue que, una vez allá, le hablaron a Tita y le dijeron que su contrato con el depa ya había vencido hasta el depósito, por lo que debía regresar para cambiarse al nuevo ¡ya!
Ni modo, ni salimos a pasear, ni salimos a comer juntas, ni hicimos nada de nada. Durmió 2 días allá -el miércoles que llegamos en la tarde y el jueves- y el viernes a las 6:00 P.M. salió de Tuxtla con destino al D.F., aún se le quedaron unas cosas en Ixtepec y ya no pude mandarle a los niños sus totopos y otras cositas que deseaba que ella se llevara para ella y para ellos.
Ahora estoy de regreso en la casa y el calor ¡maldito hipócrita! ha vuelto con más intensidad que nunca.
Recorro la casa y cada cosa me hace sentir nostalgia de la presencia de mi hija en mi vida, de los poquitos y cada vez más escasos momentos que tenemos para ella y para mí en todo el año. Abro el refri y veo todo lo que se nos quedó pendiente, en tanto que la alacena está tan llena de cosas que ella y yo habríamos de usar en la cocina. Cada una representa algún momento especial que íbamos a pasar juntas…Espero por la próxima vez que la vida nos guarde un espacio para ella y para mí. ¡Que no pase tanto tiempo, por Dios, que venga pronto!
Ahora espero que Juan pueda venir antes del fin de año y nos veamos, al menos dos veces este año.
En estos días me he estado preguntando por qué parece que la vida, para mí, se detuviera hasta aquellos momentos, ahora ya tan raros, en que un hijo visita nuestra casa. Antes, cuando los 3 estaban estudiando, igual venían sólo en las vacaciones y, aunque eran sucesos más frecuentes, no recuerdo haber tenido esta sensación de ahora de que todo se queda en suspenso, de que la vida entera –mi vida- hace una pausa, de que todo, sueños, proyectos, planes y algunas musarañas, se congelan como en una película dañada y no hay forma de hacerla volver a caminar, como si todas mis emociones se entumieran y quedaran dormidas hasta la siguiente llegada de algún hijo a la casa.
Pero, como siempre, racionalizo un poco y me percato -¡Diablos! Es que antes, cuando no estaban mis hijos porque eran días de escuela, mi vida emocional se llenaba, se satisfacía plenamente con el contacto diario con mis estudiantes, esa emoción de ir a hacer las clases y lograr que sintieran la excitante aventura de aprender, haciendo de cada una de mis clases un suceso importante, inigualable y feliz, significativo y único. Siempre motivándolos a que, en su futuro quehacer como docentes, propicien que el niño sienta que llegar a clases es la mejor aventura de sus vidas: -“cada clase una aventura fascinante, muchachos”. Y la emoción de ir viendo cómo lo van sintiendo y lo asimilan, el contacto con ellos, su energía, su carácter alegre, desenfado y joven, hacían que ´hasta los momentos de planear cada clase, fueran para mí momentos increíbles de dicha y satisfacción profesional y personal.
¡Ésa es la verdadera carencia de estos días infames!
*Palabra zapoteca que designa la brisa o llovizna. Cuando el aire del norte llega trayendo consigo pequeñísimas gotas de lluvia que, en el istmo de Tehuantepec también llaman “aguanorte”.
5 comentarios:
Escribe mucho profa, debería de publicar ya un libro o algo así, en serio, lo que nos lee en el salón a veces, sus cuentos y esas otras cosas de la música, del totopo, de las travesuras de sus sobrinos, bien podrían estar en algún libro. la extrañamos desde que nos dejó en segundo semestre.
es fascinante leerte, escribes bellísimo maestra, no dejes de hacerlo...
Ni modos, es la ley de la vida. Los hijos crecen y se van tan rápido que a veces no le dan tiempo a los padres de adaptarse a su ausencia. Pero todos nos vamos de la casa paterna tarde o temprano. Ahora viene otro tiempo y otros placeres.
Que increíble saber que eres una excelente maestra y que eres admirada por tus hijos y alumnos, por tu dedicación y esfuerzo.
pero a esa hijita la voy a justiciar cuando la vea,...tiene que venir más seguido al istmo!!!!!!!!!!
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