miércoles, mayo 25, 2011

“MI HIJA SE FUE DE NUEVO” Sábado 7 de mayo de 2011

Sábado 7 de mayo de 2011 “MI HIJA SE FUE DE NUEVO”

Ahora que el calor ha vuelto por sus fueros, luego de una tregua de 3 días inéditos de mayo con nublados y un poco de vientecillo frío insolente y sutil como biniza*, he regresado a Ixtepec tan sola como triste. Nada salió como pensaba en esta estancia de mi hija. Primero, me dijo que esperaba a una amiga que llegaría el viernes, así que no podríamos irnos el viernes a SanCris y a Tuxtla como yo deseaba; segundo, que su amiga venía para que ella la llevara al mar y se irían a pasear allá, por lo menos el día sábado. Así que, adelantamos el viaje a Tuxtla porque yo debía ir a hacer un trámite. Nos fuimos sin Nelson porque andaba en la prisa de sus ensayos ya que tenía tocadas muy próximas, lo bueno fue que mami nos acompañó y el trayecto fue lindo para mí, acompañada de mi madre y mi hija. Lo malo fue que, desde el día que salimos de Ixtepec empezó un vientecillo y un frío completamente originales para el mes de mayo en nuestras tierras y así estaba también Tuxtla, así que, ni ganas dieron de entrar a la alberca, ni hubo paseo a SanCris y, lo peor de todo fue que, una vez allá, le hablaron a Tita y le dijeron que su contrato con el depa ya había vencido hasta el depósito, por lo que debía regresar para cambiarse al nuevo ¡ya!

Ni modo, ni salimos a pasear, ni salimos a comer juntas, ni hicimos nada de nada. Durmió 2 días allá -el miércoles que llegamos en la tarde y el jueves- y el viernes a las 6:00 P.M. salió de Tuxtla con destino al D.F., aún se le quedaron unas cosas en Ixtepec y ya no pude mandarle a los niños sus totopos y otras cositas que deseaba que ella se llevara para ella y para ellos.

Ahora estoy de regreso en la casa y el calor ¡maldito hipócrita! ha vuelto con más intensidad que nunca.

Recorro la casa y cada cosa me hace sentir nostalgia de la presencia de mi hija en mi vida, de los poquitos y cada vez más escasos momentos que tenemos para ella y para mí en todo el año. Abro el refri y veo todo lo que se nos quedó pendiente, en tanto que la alacena está tan llena de cosas que ella y yo habríamos de usar en la cocina. Cada una representa algún momento especial que íbamos a pasar juntas…Espero por la próxima vez que la vida nos guarde un espacio para ella y para mí. ¡Que no pase tanto tiempo, por Dios, que venga pronto!

Ahora espero que Juan pueda venir antes del fin de año y nos veamos, al menos dos veces este año.

En estos días me he estado preguntando por qué parece que la vida, para mí, se detuviera hasta aquellos momentos, ahora ya tan raros, en que un hijo visita nuestra casa. Antes, cuando los 3 estaban estudiando, igual venían sólo en las vacaciones y, aunque eran sucesos más frecuentes, no recuerdo haber tenido esta sensación de ahora de que todo se queda en suspenso, de que la vida entera –mi vida- hace una pausa, de que todo, sueños, proyectos, planes y algunas musarañas, se congelan como en una película dañada y no hay forma de hacerla volver a caminar, como si todas mis emociones se entumieran y quedaran dormidas hasta la siguiente llegada de algún hijo a la casa.

Pero, como siempre, racionalizo un poco y me percato -¡Diablos! Es que antes, cuando no estaban mis hijos porque eran días de escuela, mi vida emocional se llenaba, se satisfacía plenamente con el contacto diario con mis estudiantes, esa emoción de ir a hacer las clases y lograr que sintieran la excitante aventura de aprender, haciendo de cada una de mis clases un suceso importante, inigualable y feliz, significativo y único. Siempre motivándolos a que, en su futuro quehacer como docentes, propicien que el niño sienta que llegar a clases es la mejor aventura de sus vidas: -“cada clase una aventura fascinante, muchachos”. Y la emoción de ir viendo cómo lo van sintiendo y lo asimilan, el contacto con ellos, su energía, su carácter alegre, desenfado y joven, hacían que ´hasta los momentos de planear cada clase, fueran para mí momentos increíbles de dicha y satisfacción profesional y personal.

¡Ésa es la verdadera carencia de estos días infames!

*Palabra zapoteca que designa la brisa o llovizna. Cuando el aire del norte llega trayendo consigo pequeñísimas gotas de lluvia que, en el istmo de Tehuantepec también llaman “aguanorte”.

“¡¡LLEGÓ MI HIJA A LA CASA, LLEGÓ MI HIJA!!”. Sábado 30 de abril de 2011

Sábado 30 de abril de 2011 “¡¡LLEGÓ MI HIJA A LA CASA, LLEGÓ MI HIJA!!”

¡Ni yo misma puedo creerlo! ¡Esta mañana llegó mi hija del D.F.!

Desde hace semanas me dijo que aunque no podría llegar en la Semana Santa, vendría un poco después y, el sábado de gloria la llamé preguntando si ya salía de México. Me dijo entonces que no podía aún y, resignada, me conformé con la idea de que ya no vendría en este mes ni el próximo. Pero anoche llamó y me dijo que salía un poco más tarde y, por lo tanto, llegaría hoy sábado temprano para quedarse ¡¡toda la semana!! ¡Me volví loca unos momentos pensando en lo que me gustaría comprar para compartir con ella! Por lo pronto me levanté temprano y fui al mercado por queso fresco, chiles rellenos, tortitas de papa, mole negro, tortillas de mano, tenía frijolitos en la casa, pollo horneado y dulces de biznaga y chilacayote, por supuesto café bien preparado, vino tinto, verduras y pastas para preparar cualquier platillo.

Disfruto tanto su presencia porque ella y yo tenemos los mismos gustos en comida, así que juntas fuimos de compras y trajimos baguettes, jamón serrano y de york, salami, espinacas, cilantro, apio, acelgas, fresco y rojo tomate, aceitunas negras y de las verdes rellenas de anchoas, deliciosas. Con aceite extra virgen de olivo y vinagre especiado, preparamos una rica ensalada y cada quien le puso al pan lo que le dio la gana.

Pienso en todo lo que vamos a hacer juntas en estos días: desde mirar comedias sin sentido que, por su misma nimiedad e intrascendencia, nos hacen reír hasta que nos duelen las mejillas de tanto estirar la cara a carcajadas. Uno que otro programa de arte, sea de música o pintura, algún documental que nos atraiga; películas románticas y bobas, de esas que nos hacen llorar y son una catarsis tan rica y saludable como lluvia cayendo sobre el campo.

Vamos a pasar un tiempo juntas también en la cocina, haciendo cosas exquisitas y sanas, muchas verduras frescas, algún postre sabroso y vasos refrescantes de “tinto de verano” (que ella me ha enseñado a preparar y que, dice, acostumbran tomar los madrileños cuando el calor sofoca aquellos lares).

A lo mejor nos vamos tempranito al ojo de agua, ya que David no quiso levantarse nunca para hacerlo, a lo mejor con ella, que siempre es más dinámica y alegre, vayamos diario a darnos un fresco chapuzón, nos tomaremos un chileatole y, si no desayunamos allá, pues nos compramos tamalitos de elote y regresemos felices a acostarnos en la sala para ver cualquier cosa que queramos acompañadas de un rico capuccino.

Para el viernes quizá vayamos hasta Tuxtla con Nelson y nos demos una escapada a SanCris, un paseíllo a Rancho Nuevo a gozar de lo verde y lo fresco del lugar y, al regreso, ya en Tuxtla, salgamos a comer con Jorge y Eli, a cantar con los grupos musicales en el Tilingo Lingo y divertirnos platicando de todo. Si hace calor regresaremos a meternos en la alberca de casa del tío Jorge y, con seguridad la tía Eli nos dará deliciosas bebidas refrescantes. El domingo temprano estaremos regresando a ixtepec para que mi hija se vaya en el autobús de la noche.

¡Hija: Sólo saber que vas a estar aquí unos días, ya me hace disfrutar más la vida! ¡Cómo disfruto la vida a tu lado nena!

“LA BLONDIE Y SUS GATITOS”. jueves 28 de abril de 2011

jueves 28 de abril de 2011 “LA BLONDIE Y SUS GATITOS”

Hace algunas semanas –el 21 de marzo para ser más exactos- la Blondie dio a luz 5 gatitos. Cuando me di cuenta de que ya había parido, busqué a esos michitos indefensos adentro de la casa, bajo todas las camas, atrás de la estufa y del refri, adentro de los clósets, por debajo y atrás de los libreros pero… ¡Nada!

Al no hallarlos, sospeché que los habría parido en el patio y recorrí, buscando, todos los escondites posibles para el caso. Sospeché de los perros y, entonces me imaginé que ella, por librarlos de Fido y de su madre, podría haberse ido al terreno de al lado, ese baldío lleno de monte y de basura que le avientan los cochinos vecinos de la esquina. Pues resulta que allí, con la ayuda de Claudia y del tío David, rescatamos a 5 pequeñitos. Cuatro amarillos casi idénticos a ella, con collarcito o con pechera blanca y un poquito de blanco también en las patitas; el 5º es un pequeño tigrito gris con blanco, hermoso como un gato de peluche. De los 5 hay 4 machos y una hembra amarilla que murió aún en los días en que estaba mi hijo aquí en la casa. Les pusimos una caja con papel periódico en la cocina y, diligente, su madre se mete a amamantarlos varias veces al día. Casi al mes empezaron a salirse de la caja y caminar se volvió peligroso pues en cualquier momento de distracción podíamos pisar un gatito.

Luego Eloísa sacó la caja con los mininos al corredor y, no sé si fue Dido o algún gato malora, pero un gatito amarillo apareció muerto, con el cuello sangrante. Desde ese mismo instante la Blondie, que hasta entonces se había llevado bien con los perros, los empezó a odiar y a atacarlos cada vez que los ve, incluso Davicito y yo fuimos testigos de una afrenta directa de la Blondie a mi Dido; en un momento en que la perra se levantó de debajo de las guayas donde rasca en busca de humedad, la gata corrió a ese lugar, rascó y se zurró en la cama de la perra con premeditación, alevosía y ventaja. Se vio tan grosera y vulgar que Davi no resistió y le lanzó un mango para ahuyentarla, pero el daño estaba hecho. Yo enseguida regresé a la cocina la caja de los michos pero no los encontré, su madre los había escondido y trascurrió más de un día para que reaparecieran, aunque ahora sólo había uno amarillo y el tigrito gris. No supe nunca qué fue del otro amarillo, buscamos y buscamos y, ni el cadáver encontramos por ningún lado.

Y esta mañana volví a verlos bajo la mesa del corredor, sólo que, al acercarme tratando de agarrarlos, noté que el amarillo sobreviviente estaba muerto, desmembrado de la patita izquierda que estaba allí tirada tan completa y perfecta como si la hubiera cortado un cirujano. Con sumo cuidado levanté el cuerpecito y, la cabeza estaba también perfectamente cercenada, como si lo hubiera hecho un bisturí. Escarbé un poquito y enterré los restos de aquel pequeño gato tan pequeño y perfecto como un fino muñeco de peluche, tan exacto en tamaño como en color y forma.

Me deprimí y lloré por el triste destino de los bellos mininos de la Blondie. Rescaté al tigre gris sobreviviente y, desde ese momento decidí que se queda en la casa.

Ahora se llama Goyo y hace mil travesuras, se adueña de la casa y la recorre persiguiendo a su madre, a mí o a Nina, se sube a los sofás y hasta a las camas. Juega y jala tapetes haciendo caer las cosas de la sala, practica lucha libre con su madre y se dan unos rounds tan increíbles que, es todo un espectáculo mirarlos. Nina hace como que lo odia pero, si se le arrima lo suficiente, lo baña a lengüetazos, amorosa y feliz; sólo cuando la Blondie los observa y se acerca, vuelve Nina a su pose de “no te quiero nada”, lo reprende y lo corre de un zarpazo. Pero es sólo una pose, porque noto que, en el fondo lo ansía como hijo y, cuando la presencia de su madre le recuerda que el gatito no es suyo, fingiendo indiferencia lo regaña y ahuyenta de su lado con terribles gruñidos y bufidos de gato.

“SE FUE DAVID A MÉXICO OTRA VEZ” Martes 26 de abril de 2011

Martes 26 de abril de 2011 “SE FUE DAVID A MÉXICO OTRA VEZ”

Vuelve otra vez la suciedad de la rutina diaria, con su gris, su mediocre simulacro de vida, sus insípidos días entumidos y estúpidos, del color de la mugre, pues la falta de acción y de aventura va dejando su lustre de inmundicia. Ayer se fue mi hijo y la casa es, de nuevo, como un sitio muy grande y desolado. Vimos juntos “El lago de los cisnes” de tchaikovsky y también “Rigoletto” de Verdi, en una versión con un Pavarotti muy joven que transmitió el canal Film and Arts. La música de la Donna è móvile, nos pegó y la estuvimos oyendo hasta bajada de internet. Ahora cuando la oigo, no puedo evitar que se me haga un nudo en la garganta recordando cómo estuvimos juntos y felices un momento tan breve, casi como una pausa en la mediocridad de la sucia rutina que es mi vida ahora.

Pero es mejor así, pues la expectativa de volver a estar juntos los cinco, me mantiene a la espera de mejores momentos y me impele a seguir… ¡Sólo por lo que viene!

Y en unos días se acaban las vacaciones y… deberé volver a la estúpida farsa de 1 a 4 de la tarde. ¡Sólo pensarlo me enferma! ¡En serio, me provoca estrés y el estrés dolor de cabeza y me empiezan a doler los huesos, se me acelera el pulso, me sube la presión arterial….¡Uuuffff!

Lunes 18 de abril de 2011 ¡¡MI HIJO DAVID LLEGÓ DE VACACIONES!!

¡¡MI HIJO DAVID LLEGÓ DE VACACIONES!! Lunes 18 de abril de 2011

Ayer llegó la luz de nuevo a nuestra casa. Me levanto feliz, más llena de energía que en los últimos 3 ó 4 meses. Mi hijo va a pasar unos días conmigo y la vida recobra su sentido perfecto de alegría, trabajo, complacencia y amor.

Desde hace días he planeado cosas. Mandé a hornear –en horno de pan, por supuesto- tres pollos y puré de papa., hay una olla de frijoles charros, queso fresco y totopos; hay helado, yogur, cereales, fruta, leche y café, chocolates y dulces para que mi hijo coma ¡lo que quiera!

Mi cabeza no deja de buscar cómo puedo complacer a mi hijo en sus más mundanos placeres terrenales: la comida, un buen vino, los libros, algún programa de arte que nos llene el cerebro y la pupila y, por supuesto, el clima en su recámara, una hamaca en el patio, algún sitio donde ir a comer fuera de casa y quizás un paseo a la playa el sábado o domingo.

Vuelvo a tener la vida, con placer, ocupada en atender a mi hijo y pasar buenos ratos compartiéndolo todo, pienso en algunos temas que han quedado en suspenso entre nosotros, tengo algunas preguntas personales y. . . ¡Oh Dios! ¡Cómo voy a gozar de su presencia! ¡Una semana entera de mi hijo en la casa!

domingo, mayo 15, 2011

De las pasadas vacaciones decembrinas_Lunes 3 de enero de 2011.

Lunes 3 de enero de 2011.

Este año la tía Queta pasó la navidad y el año nuevo con mami. ¡Fue bueno ver a mami ocupada en atender a su única hermana, ella que, tan pequeñita perdió a su padre y debió crecer sólo con su madre, su hermano y su hermana, de los cuales ya sólo le queda la tía Queta.

Pero es diciembre y, como todos los años, estuve algunos días disfrutando la presencia de mis hijos, mi madre, mis hermanas…Algunos primos y tíos y una gran cantidad de sobrinas y sobrinos de todas las edades. Y eso que ahora no vino el tío Roldán, ni otros primos como Óscar y Toña, Maco y Mary, Jorge y Érika, Olga y su hija. Afortunadamente Jorge y Eli sí llegaron, aunque sólo para la fiesta de año nuevo, la navidad la pasaron en Tuxtla pues el nieto -¡Qué envidia, ya tienen nieto!- tenía muy pocos días de nacido y no quisieron correr riesgos viajando con Carito recién operada y su bebé tan tierno, hasta 8 días después vinieron a estar con nosotros y presentarnos al recién nacido.

Qué bonito es tener una familia grande! ¡Tanta hermana y hermano, tanto sobrino y primos de todas las edades, desde los pequeñitos que aún reclaman los brazos de su madre, hasta los adultos profesionistas ya... y casaderos, incluyendo a Dianita quien, siendo la primera nieta, ha dado a mi mamá la primera bisnieta haciéndonos a todos tíos abuelos. Y ahora Carolina -de quien no lo esperábamos por sus jóvenes años-, nos trajo al integrante más pequeño de la familia y me volvió tía abuela por partida doble. Tantos tíos, cuñados y cuñadas y, para mí, el placer de tener hijos y esposo, sólo sobrepasado por el inenarrable gusto de convivir aún con nuestros padres. Y aunque papá no está desde hace dos diciembres, mi mamá llena el corazón de todos haciéndonos sentir menos terrible esta carencia. Por eso siempre me han gustado las vacaciones decembrinas! El placer de estar reunidos y saber de todos es, tan grande. Las pláticas se multiplican de uno a otro rincón de la sala, el comedor, el patio, la cocina, los niños que corren por el patio y la casa, sus caritas felices, sus animados juegos infantiles; los cuidados de padres y de tíos que se extienden a cualquier amiguita o amiguito que ande con ellos. Se recuerdan anécdotas de nuestra infancia, adolescencia y juventud, hay risas y canciones de ese tiempo; recordamos amigos de la escuela, conversamos de encuentros con viejos conocidos, todo es barullo y alegría, un poco de nostalgia por aquellos muchachos que antes fuimos…y mucha felicidad de estar vivos y juntos otra vez en la casa que nos vio nacer a casi todos.

Luego vienen las tristes e inevitables despedidas. Esos momentos de confusión y prisa en que algunos se apuran entre sí, unos más observan todo tratando de parecer felices, mientras otros fingen indiferencia manteniéndose ajenos, pero yo sé que a todos nos tortura un mismo pensamiento: -¿A ver cuándo nos vemos nuevamente? -¡Cuándo volveremos a estar todos juntos, con cónyuge y con hijos, disfrutando del placer infinito de ser una familia tan grande.

Luego llega lo peor, lo más triste y deprimente de cada inicio de año desde que Florecita se fue a estudiar la carrera: Se van mis hijos de uno en uno, como pétalos que deshoja el viento, y de nuevo estoy sola y la casa y el patio se ven vacíos y tristes, sin sentido…¡Tanta casa y tanto espacio para pasarla bien! ¡Qué sentido tiene para dos adultos ya sin energía! Hasta los perros parecen deprimidos y más solos que nunca. Las gatas no maúllan pidiéndome más whiskas y parece que sienten mi tristeza pues se acomodan cerca de donde me encuentro con un gesto que es casi como si dijeran: -“No te preocupes ama, aquí estamos aún, ya no estés triste”.

Me recompongo luego de unos días –entre 30 y 40- y me alegra que el tiempo sea un viajero veloz, ya que muy pronto vendrá semana santa y luego vacaciones de verano y vendrán mis hermanos, sus hijos, sus parejas; y por fin, nuevamente vendrán las vacaciones decembrinas y la vida volverá a inundar la casa. Mientras tanto aquí estoy, a la espera de los días de dicha en que volvamos a ser completa, una familia.