martes, septiembre 08, 2009

"Filosofía Infantil", Un cuento veraniego

“ FILOSOFÍA INFANTIL ” (Un cuento veraniego)

La primavera apuntaba a su fin, los días de viento eran cada vez menos y el calor comenzaba su natural crescendo que ha de desembocar en los consabidos días de lluviaveraniega. Me sentía muy bien esa tarde de junio. Tranquila y satisfecha de mi vida, casi podría asegurar que feliz... Me senté a mirar a los niños jugando por el patio, alternaron los juegos unas tres o cuatro veces.Habían empezado la tarde jugando a declararse la guerra, -Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es...”;con un trozo de cal habían pintado su redondel para pisar conforme les tocara gritar: -“¡stop!”.

Luego la guerra tomó un cariz diferente cuando descubrieron que el viento había tirado una gran cantidad de ramitas secas del añejo caobo que cabecea sobre nosotros y que sombrea casi todo el patio. Con sus improvisadas armas de madera se perseguían unos a otros con extraños disparos aislados: “¡puumm!”, “¡baamm!” y hasta impresionantes ráfagas del tipo “tatatatatatatá tatatatatatatá”.

Más tarde, esas asechanzas a tiros derivaron en la persecución en equipos de “Los encantados”, con “base”, “salvación para todos mis amigos” y toda esa cosa mágica tan propia de la infancia que crece libre y feliz en la provincia mexicana. En un momento en que entré a contestar el teléfono que no paraba de sonar, al volver el juego había cambiado de nuevo; aún en equipos, ahora corrían desesperadamente detrás de un balón, tratando de anotar goles en las improvisadas porterías a ambos extremos del patio, ahora bien resguardadas por sus respectivos custodios.

De pronto noté que los pequeños Danielito y Joselín que, por su edad, muy menor a los demás, estaban fuera del partido y sólo los usaban de “cazabolas”, discutían acalorados en las escaleras del corredor. Pensando ayudarlos me acerqué y, prudentemente quise escuchar antes de intervenir.

La noche había caído tan rápida como inesperada cuando uno está tan entretenido como ellos lo habían estado toda la tarde.

Alcancé a escuchar que uno decía:

-No tonto, cómo va a ser su cobija, se vieran sus pies, o sus manos, o su cabeza...¡a poco se va a tapar toditito sin que se le vea nada, si el sol es grande, grande!

-Bueno, no, a lo mejor no es su cobija -arguyó el otro pequeño-, pero tal vez sí es la puerta de su cuarto donde se mete a dormir.

Joselín, el más pequeñito, se acercó a mí y tirando de mi falda preguntó: -Tía, ¿Qué es la noche?, ¿Por qué llega?

-Esas son dos preguntas mi amor, primero, la noche es la hora del día en que el sol descansa; y llega porque el sol se cansa de tanto caminar todo el día y quiere su descanso como todos, así que se va a dormir un rato.

-¿Y por qué no se duerme en el día cuando estamos todos para que no le de miedo? -Objetó José.

-Porque debe alejarse de la vida, ya que la vida diaria es un bullicio que no deja dormir al sol.

-¿Tía, tía, y dónde se duerme el sol?

Joselín acaparaba la conversación mientras Daniel escuchaba reflexivo.

-En los océanos profundos y en las cumbres más altas.

-Y ¿por qué ahí? ¿Que no tiene una cama?

-Es que le gusta más el aire libre, la energía del agua que nunca se detiene, la frescura del viento en la montaña, y la corona plateada que ilumina la cima.

-¡Aaahh! Creo que ya entiendo, no le gusta el calor del día, porque a mí en el día, si no me encienden el clima, me da mucho calor dormir, por eso me voy al cuarto de mi mamá. Y de noche mi mamita abre la ventana de mi cuarto para que entre lo fresco y mi hermano y yo podamos dormir bien, porque el calor no nos deja descansar y estos días ya son veraniego ¿verdad?

-¡Ay! ¡Este niño! –Replicó Danielito airado- No se dice veraniego verdad tía, se dice del verano ¿no? días del verano.

-Sí mi amor, días del verano aunque días veraniegos tampoco está mal dicho.

El alboroto de todos cenando en el comedor, me indicó que el partido y los juegos de este día habían acabado. Mi mamá preguntó:

-¿Vas a cenar, te sirvo algo?

-No mami, sólo café y una manzana, si tiene, -respondí mientras entraba con los pequeñines a la cocina.

-¡Claro que tengo, tómala del frutero, si quieres yogur, en el refri hay!

-¡No mami, gracias, sólo la fruta! -dije mientras me sentaba a disfrutar un delicioso café y una acogedora plática con la familia.

En el comedor se encontraban tres de mis hermanas, uno de mis hermanos, tres cuñados y un numeroso equipo de hijos y sobrinos. Mi padre, a la cabeza de la mesa, conversaba con hijos y nietos; mi madre, trajinando incansable, entre su ir y venir de la cocina al comedor, platicaba con todos en un maravilloso acto de prestidigitación capaz de impresionar a un pulpo.

-Niños ya vámonos a la casa, súbanse al carro- gritó la madre de uno de los pequeños encaminándose al patio.

-Espera que terminen de cenar-, contestó alguien en el comedor.

Desde el momento en que el partido había terminado, niños y adultos habían empezado a cenar con la abuela que, como siempre, había previsto este momento y tenía deliciosas tostadas para todos, cafecito para los adultos y chocomilk para los pequeños.

Los pequeñines que habían conversado conmigo un rato antes, se hallaban sentados, cenando frijolitos con huevo.

Danielito y Joselín me llamaban a la cocina: -tía, tía, ven te quiero preguntar algo-, decía José.

- Dime mi amor, ¿de qué se trata?

-Tía, tía, ¿y la luna dónde se duerme en el día? No es cierto que se mete en una nube ¿o sí? Se viera la nube toda brillosa en el cielo ¿verdad? La viéramos todos.

Danielito atajó rápidamente: -Pero la luna es fría ¿verdad tía? No es como el sol porque entonces, cómo mandan cohetes a la luna, se quemaran. Explícaselo a este niño que no entiende, tía.

-La luna se mete al mar, a los lagos o a los ríos, ahí descansa y se baña para conservar su frescor y su blancura. A ella no le gusta mucho el calor, como a ustedes.

-No tía, a mí sí me gusta el calor, a este pequeño es que no le gusta, a mí sí porque cuando hace calor siempre vienen mis tíos y mis primos y vamos al Ojo de agua y al mar a quitarnos el calor y estamos todos contentos como en una fiesta.

-Claro hijo, porque el calor viene del sol y de la vida que es una fiesta increíble, con gran bullicio y con mucho calor aquí en el istmo.

-Por eso mis tíos aunque no vivan acá, siempre vienen a buscar nuestro calor de aquí ¿verdad? Porque a todos les gusta Ixtepec, por su calor.

Mis hermanas y mi madre, habían terminado de levantar, lavar y acomodar. La cocina y el comedor ya limpios, fueron quedando vacíos conforme todos abordaban sus autos y partían a sus hogares a descansar. Ahora el patio, ya vacío, se veía otra vez enorme e impresionante.

Me había despedido de mi papá y mi mamá, y sólo mi hija me esperaba afuera en el auto pues los muchachos y su papá se habían adelantado caminando. Aún ayudé a mi madre a cerrar el portón mientras Daniel y José, con sus respectivos padres estacionados junto a la banqueta, me decían adiós desde las ventanillas.

Danielito gritó:

-Tía gracias por explicarle a José las cosas, a ver si ahora entiende.

Joselín, que esperaba sentadito mientras su madre terminaba de subir juguetes y otras chácharas al carro, dijo enseguida:

-Ahora sí entendí lo del sol y la luna tía, lo que voy a querer que me expliques mañana es ¿cómo está eso de que yo salí de la panza de mi mamá? ¿Pues cómo entré ahí?

Todos se volvieron a verme con ojos interrogantes; mi hija bajó del auto y tomándome del brazo dijo:

-Pregúntale a tu papá, Joselín, él tiene una buena respuesta para esou F I N .

Junio de 2008.Quod scripsi, scripsi!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso poema a Oaxaca en este link

Anónimo dijo...

jajajaja, muy bueno el texto.

Nuevamente felicidades por tanta magia.