Martes 13 de septiembre de 2011.
Hay quienes afirman que este día no es de muy buenos augurios. Primero porque es martes: “en martes, ni te cases, ni te embarques”, reza el dicho popular y luego es trece, un número de mal prestigio, considerado malo no sé por qué. El desprestigio del número llega a tal grado que los hoteles no tienen piso 13, se saltan del piso 12 al 14 y simplemente se niegan a ponerle 13 a uno de sus pisos.
Pero para mí este día, MARTES 13, fue excelente, es más, tuvo un cierre sorpresivo y extraordinario.
Pues resulta que temprano en la mañana me arreglé muy guapa y salí con Ángel David y Claudia a ver el programa del 13 de septiembre en el parque frente a la casa. Acto organizado por militares que, como siempre, estuvo casi perfecto. Solemne, emotivo, sobrio y perfectamente sincronizado. Vimos a los vecinos sentados en su banqueta y nos ofrecieron sillas para ver juntos el programa, a excepción del poema Fanfarrias a los muertos, declamado esta vez por un cabo que lo cuatrapeó un poco (cosa que sólo noté yo que conozco el poema), todo lo demás fue perfecto. Nos sorprendimos que una de las personas uniformadas que dirigió el programa, fue Érica, la ex del primo Jorge, quien se veía muy apropiada y elegante en su uniforme militar de gala.
Luego fui a la escuela y me encontré con los muchachos del 3º C, quienes me rodearon y platicaron muy alegres y amenos conmigo, como siempre. Regresé muy contenta a comer y me enteré que Javier Sicilia y la Caravana por la Paz pasarían por Ixtepec esta tarde y Nelson invitó a los alumnos a acudir a la plaza Garibaldi y recibirlos. Llamé a mami, la invité a acompañarme y, en punto de las 5 de la tarde, nos fuimos ella, David, Nelson y yo. Allí nos enteramos –vía telefónica-por el sacerdote Solalinde, que la Caravana tenía un atraso pues había sido bloqueada en el camino. Tomamos nieves de Oaxaca mientras la tarde avanzaba. Como 3 horas después, y luego de haber salido con el carro a pasearnos por las tranquilas calles de Ixtepec, decidimos sentarnos en el Tropicana a tomar café y, ya sentaditos, cenamos una tlayuda –David- y unas garnachitas mami y yo.
Juntas fuimos a dejar a David y, ya para ir a dejarla a ella pasamos por la vía y vi algunos estudiantes sentados con cara de frustración. Al preguntarles cómo estaban dijeron que el último carro se les había ido hace mucho y no hallaban cómo irse; eran 2 muchachos de Espinal y 2 de Juchitán. Como yo necesitaba gasolina les pregunté si les quedaba bien llegar al menos a Espinal, los llevé y luego de cargar gasolina y dejar a los espinaleños, no pude dejar a los tecos (1 muchacho y 1 muchacha) allí abandonados, así que, aún en compañía de mami, los llevé a Juchitán y vi que la madre de la chica la llamaba y le pedía esperar en la terminal a que llegaran por ella. ¿Tú mamá tiene carro? –pregunté. –No profa, viene caminando por mí y nos vamos en taxi.
Pasé a dejar a mami y ya me iba a dormir a la casa cuando llamé por última vez a Nelson y le dije que me avisara si quería que fuera por él. Me dijo: -acaban de avisar que la caravana, al fin, viene arribando a Ixtepec. Más tardó en decirlo que yo en dar vuelta a mi carro y dirigirme al albergue de los migrantes, sitio en el cual esperaba Nelson con unos cuantos alumnos que aguantaron hasta esta hora, docenas de periodistas que acompañan la caravana (4 autobuses llenos de prensa nacional y extrajera), otras docenas de migrantes y gente ixtepecana, juchiteca y tehuana de la comunidad católica –entre ellas la tía Elvira-, quienes ya repartían la comida preparada ex profeso para el momento. Me dejé apabullar un momento por la plática de mis alumnos quienes, impresionados, comentaban que estuvieron platicando con los migrantes y se percataron cuán dura es realmente su vida; -profa, qué difícil es andar así, dicen que a las 2 de la mañana se subirán a la bestia de nuevo. Hablaron también con periodistas italianos, franceses y españoles -qué bien hablan el español, profa. La noche se había puesto pegajosa de calor y las gotas de una finísima y tibia llovizna nos envolvían a todos.
En esos momentos entró Javier Sicilia rodeado, casi sepultado por la gente que lo quería ver, tocar, abrazar. Un clarinete rompió la llovizna nocturna y esparció las notas del inmortal vals de Macedonio Alcalá por aquel ámbito que se sentía especial, casi irreal. Me mantuve al margen viendo y escuchando este acto inédito en el albergue. Sicilia caminaba entre la nube de personas que lo ahogaban, volteaba su sonrisa hacia todos y cada uno de los que reclamaban un poquito de su presencia y, con amabilidad y diligencia escuchaba, respondía, recibía lo que le entregaban, tocaba a uno, abrazaba a otro, daba la mano al de más allá y se dejaba conducir por Solalinde hacia la mesa en que los esperaba su cena. Los acordes nostálgicos de “Dios nunca muere” matizaban el momento haciendo de éste sitio y esta escena, algo mágico. En estos momentos, entre el tumulto que me empezaba a atropellar, Javier Sicilia quedó frente a mí y al alcance de mi mano, la cual extendí y lo saludé diciendo:
-Don Javier, que el Señor lo guarde en el hueco de su mano y lo siga inspirando como siempre. Se acercó y besó mi mejilla derecha al tiempo que decía,
-Muchas gracias, a usted también.
Busqué entre la gente a la persona que tocaba el clarinete, era una chica de Tehuantepec quien, al abordarla quiso explicarme cómo se llamaba la pieza, quién era el autor y lo que representa para los oaxaqueños, la interrumpí con suavidad y le dije:
-Lo sé, soy ixtepecana, sólo quería felicitarte por tu oportuna intervención, por el bello sonido y la excelente interpretación.
Regresamos a la casa y dimos aventón a 3 normalistas de la colonia moderna.
La media noche había llegado, el martes 13 se esfumaba en la llovizna nocturna y avanzaba el despertar del miércoles 14. Luego de un baño me acosté para soñar con un país sin crimen ni violencia, con oportunidades para todos. Un México mejor.
Por si quieren escuchar "Dios nunca muere", Vals de Macedonio Alcalá, considerado el "Himno oaxaqueño". Dos ligas, a ver cuál les parece mejor.
http://www.youtube.com/watch?v=9fPKKNM5q1U&feature=related
2 comentarios:
Óraleee, qué bonito... la narración está tan chida y atrapadora que pareciera que estuve allí... casi casi siento el olor del ambiente, más en estos días tan peculiares de Septiembre en Ixtepec.
Excelente martes 13, siempre he querido pensar que es de buena suerte y no de mala; esta vez parace que fue de muy buen augurio. Saludos!
que bonito escribís y nos cuentas todo, vivimos tu narraación...saludos, no dejes de escribir!
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