
Si es así…¡Déjenme felicitarlos! Cuentan con especiales dotes de videntes.
Yo no.
Por más que me retuerzo las neuronas buscando en los rincones de mi masa encefálica si alguna vez imaginé que mi vida sería como es ahora…¡¡NO!! ¡¡LO SIENTO!! ¡¡NUNCA LA IMAGINÉ ASÍ!!
Tal vez no tuve mucha imaginación pero, yo creía que iba a ser todo como un romántico cuento de hadas.
A ver, repaso un poco mis pensamientos infantiles y mis sueños adolescentes: En primer lugar creo que mis ilusiones, expectativas y sueños nunca se fueron más allá de los 20 ó 25 años…y eso exagerando un poco porque, cuando uno es muuuuuy joven, definitivamente no piensa en la edad “madura”. Mucho menos en la adultez o en los achaques cotidianos con que vamos a sobrevivir la vejez. Aunque, mucho ojo, todavía me falta un poco para llegar allí…
Pero volvamos a mis ilusos pensamientos de la pubertad, para facilitarles esto, les pongo en rojo mis expectativas y (entre paréntesis en azul mi realidad):
Yo –algú

Por otra parte, siempre me imaginé como una madre y esposa taaaan dedicada que, incluso antes de casarme y, pos supuesto, ya casada, me compraba recetarios y experimentaba toda clase de guisos, postres y exquisiteces aprendidas de mi madre y mi abuela, en un afán por cumplir con esa visión que tenía de mí misma como la SÚPER MAMÁ. Me imaginaba sirviéndole a mi esposo y mis hijos los platillos más completos y deliciosos del mundo. Siempre halagada por todos por ser una excelente cocinera que nadie podría igualar. ¡¡Qué rollo con mi vida ¿no?!! ¡¡En serio!! ¡¡Miren mis expectativas y mis ilusiones: Servir, servir y servir!! ¡¡Si yo tengo licenciatura, varios diplomados y una maestría!! Si he cursado, diseñado y coordinado toda clase de talleres, proyectos, cursos, etc. y en las evaluaciones al desempeño docente tengo calificaciones ¡¡sobresalientes!! Pero bueno… No cabe duda que, posgrados o no, no somos mas que las hijas de Yocasta… ¡¡Imagino un poco qué me diría Freud si me leyera!!
Y, al respecto puedo evaluarme y sé que no soy mala en la cocina, creo que también ahí me gano una nota sobresaliente y que mis hijos –¡AHORA!- adoran mis platillos…pero… ya no le dedico a la cocina el tiempo que pensaba porque: (1) Fue frustrante, durante la infancia y adolescencia de los hijos, estar taaan pendiente del sabor, el color, el equilibrio y la salud de los alimentos, evitando la repetición de platos en ¡¡un mínimo!! de diez días para procurarles SIEMPRE variedad y gusto. . . y recibir a cambio tantas negativas a comer y reproches sobre “-por qué esto” o “-por qué no como aquello” y tener que explicar, cada vez, las bondades de los alimentos caseros y naturales para convencerlos de comer SANO; 2) Preparar exquisitos postres y que mi esposo no quiera ni probarlos porque es “mucha azúcar”, en cambio se tome cerveza tras cerveza sin pensar en su glucosa o su peso; 3) Que mi esposo encuentre más sabroso cualquier guisado de la calle porque, desgraciadamente, cuando lo comió estaba desfalleciendo de hambre –ya saben lo que dice el dicho popular: la mejor salsa del mundo es el hambre-. Y bueno, pues los años los han cambiado y convencido de mis cualidades de chef pero. . . 4) Ya no tengo tiempo para dedicarle a la cocina…y a veces tampoco tengo ganas…. jajajajajaja) No sé si me río de ellos o de mí…De verdad que me encantaba buscar algo nuevo, delicioso, sano y nutritivo para servirles…aunque debo decir que aún lo hago…ya no a diario…¡Pero lo hago!
Luego, recuerdo que me “veía” a mí misma y a mi familia, viajando y recorriendo los hoteles más lujosos del país y el resto del mundo. Supongo que esto me nacía de mis propias vivencias como hija, ya que mi padre nunca ha podido estar quieto en su casa y, en ese afán suyo de pasear y conocer, siempre jaló con mi mamá y con nosotros y nos hospedó en los mejores sitios de cada lugar que visitamos. Ingenuamente yo creía que la vida era tan fácil como decir: “-Vámonos de viaje. Prepara a los chamacos porque salimos mañana temprano-” Y allá íbamos, con clases o vacaciones, con frío o calor, a la playa o a las ciudades capitales, por una semana completa o sólo un sábado y domingo, nos subíamos al coche y, entre parada y parada para que algún mareado echara las tripas a la orilla de la carretera, llegábamos a Tuxtla, a Oaxaca, a Veracruz, a Tapachula, a la ciudad de México, a Acapulco, a Puerto Madero o al lugar que se le ocurriera a mi papá.
Bueno, pues la condenada realidad se encarga de restregarle a uno en la cara que eso sólo lo hace un señor ganadero que tiene tres ranchos que suman más de 300 hectáreas cuadradas y que vende quién sabe cuántos cientos de cabezas de ganado al año. (Así que esto también se me ha cumplido en parte…sólo le quitamos lo de los hoteles lujosos, lo del “resto del mundo” y lo del esposo que dispone viajes cada dos por tres: …a mi esposo no le gusta viajar…y las salidas… las disponemos mis hijos y yo en razón a nuestras vacaciones y nuestro presupuesto. Definitivamente no es lo mismo ser ganadero que una simple maestra universitaria).
Y pues, me imaginaba a mí misma como una señora joven (muuuy joven), bella, admirada, discreta, inteligente y amada. Creo que, si no contamos el aspecto romántico de mis ilusiones acerca de que mi príncipe azul y yo nos íbamos a conocer, nos íbamos a mirar y a saber al instante que éramos el uno para el otro y, desde ese momento nos amaríamos hasta que el corazón nos doliera de tanto sentimiento guardado en él…Sin envejecer nunca, siendo eternamente bellos, esbeltos, flexibles…¡Ay Dios! ¡Vana ilusión! Como dijera Rubén Darío: ¡Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver…cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer! Pues de verdad que NUNCA ME IMAGINÉ MI VIDA MÁS ALLÁ DE ESTOS “DETALLITOS”.
La cotidianeidad de la vida adulta era un pasaje no sólo inimaginado, sino además inaccesible, porque ¿Quién experimenta en cabeza ajena? Vemos a los adultos (o ahora ya a los adultos mayores) y NO NOS IMAGINAMOS llegar a estar o a ser como ellos. ¡¡Sólo imaginamos lo bello, lo ideal, lo soñado!!
Como cuando R y yo, aún púberes, soñábamos con vivir grandes y emocionantes aventuras en los sitios más excitantes del mundo: Egipto, Rusia, Estambul, la lejana China, las Polinesias. Todo lo extraordinario e inquietante nos sucedería, las maravillas del mundo nos estaban esperando, seríamos ricas, muy ricas; famosas, tan famosas y admiradas y bellas como la mítica Marilyn Monroe, como la bellísima Ava Gadner de la Metro Goldwyn Mayer y, como cereza del pastel, los príncipes más nobles y cotizados se pondrían a nuestros pies y nos casaríamos, enamoradísimas, con alguno de ellos y viviríamos en un ensoñador y lejano palacio lleno de lujos y alegría, felices hasta el fin de los tiempos…¡¡Sueños de niñas!! Luego se encuentra uno con que los príncipes aún son sapos cuyo proceso se estancó, se apelmazó, se “apaló” como esa fruta que se cae del árbol y nunca madura… y aún así una se enamora perdidamente de ellos y sólo ve la capa dorada que les cubre la espalda y los ama y los adora y no podemos vivir sin ellos porque el amor tapa y maquilla todos los defectos con los colores más maravillosos del universo.
Entonces, cuando uno entra a la “cuarentena” y avanza sobre esas movedizas y traicioneras arenas que se lo tragan todo, mira en retrospectiva y…REALMENTE SORPRENDE LO QUE NOS HACE LA VIDA. Nos lleva por caminos insospechados –que no necesariamente son malos-, pero nos va arrimando hacia esquinas que no creímos que existieran, nos cambia las expectativas, nos enfrenta con nosotros mismos, nos transforma las ingenuas ilusiones en certidumbres más terrenas, nos “baja de las nubes” en que andábamos y nos muestra la cara de la vida real. Ésa, la REAL, la que tiene altas y bajas, luces y sombras, tristezas y depresiones; frustraciones, pérdidas, infortunios, corajes, envidias, maledicencias, chismes, enfermedades, achaques, padecimientos crónicos, pero también felicidades inesperadas, grandes, pequeñas, casi insignificantes y algunas espectaculares, magníficas, grandiosas, inenarrables…que sólo vemos cuando la madurez emocional y física nos alcanza.
A veces me lamento mucho de la pérdida de mi flexibilidad, de mi esbeltez ya ida hace tanto, de mi metabolismo tan lento que NO ME AYUDA PARA NADA…y de tantos detalles que NUNCA IMAGINÉ EN MI VIDA DIARIA. Pero más que nada lamento la pérdida de mi capacidad visual –“vista cansada” le llaman los médicos- y, en lugar de los maravillosos tesoros que en mi infancia imaginé llenando mi palacio, ahora tengo lentes por todas partes, mi necesidad de leer ha vuelto los lentes una obsesión en mi vida ¿Quién pensó en lentes que no fueran glamour como los de Jackie, los de Grace Kelly o los de su hija Carolina? Pues ahora casi los compro por docena, porque los tengo en mi tocador, en el librero junto al teléfono de la sala, en el escritorio de mi computadora, en la cocina, en mi portafolios de la escuela, en la guantera del coche, en la camioneta…porque, aunque no lo crean, suele sucederme que, ya en algún sitio, me urge leer algo (un mensaje en mi celular por ejemplo) ¡¡Y NO LLEVO LENTES EN LA BOLSA DE MANO!! ¡Qué maldita frustración no poder leer siquiera la agenda de mi cel para marcarle a alguien en una emergencia!
Pero…ASÍ ES LA VIDA REAL, por lo menos la mía, quizá la de la princesa de Mónaco no sea igual…aunque no creo que sea mejor que la mía, porque definitivamente he encontrado otros tesoros y otras aventuras fascinantes.
Por ejemplo: Quién me iba a decir que una de mis felices aventuras en esta cercanía a mi medio siglo de vida, sería salir de viaje con mis padres. ¡Ah! Cómo disfruto viajar con mi papá y mi mamá, conversar con ellos durante horas, disfrutar juntos el paisaje en cada recorrido, poder llevar con nosotros a alguno de mis hijos y ver qué bien se entienden con sus abuelos. ¡Oh Dios! ¡Cuánto agradezco por la oportunidad de vivir estos momentos QUE NUNCA IMAGINÉ ANTES que iban a hacerme tan feliz.
O salir de paseo con alguna amiga o novia de mis muchachos. Contagiarme de su entusiasmo por la vida, ver –maravillada- el amor que se profesan, escuchar sus planes, sus expectativas de vida, recordarme a mí misma en sus ilusiones y esperanzas, verme retratada –o completamente contrastada- en su forma de ver el mundo.
Caminar por las tardes con mi Dido, sentir cómo me quiere esta Gran Danesa bellísima, cómo me protege y va pendiente de mí en todo el recorrido. Sacar a sus cachorros a correr al parque -ésa extensión de mi patio que está frente a la casa- y disfrutar su cálida compañía por unos minutos cada tarde. Acariciar la sedosa piel de mi gata Nina, sentir su ronroneo relajante cuando llega a echar su tibieza junto mí y la ciega confianza con que se deja tocar, cargar, manipular.
Salir al patio y ver la magnánima naturaleza en mis árboles y flores, en la abundancia de frutos con que el creador

Nunca disfruté tanto de la magnificencia de nuestro entorno que ahora, que soy consciente de cuánto daño le hemos hecho a nuestra isla llamada “Tierra”.

Vivir el trabajo en las aulas con pasión porque siento la “vibra” de los alumnos, su aún cercana adolescencia me contagia de juventud, me mantiene el ánimo elevado, su trasformación en las aulas me hace sentir satisfecha, siento que soy parte de ese proceso, sus frases pidiéndome para más clases, para otras materias, para que trabaje más tiempo con ellos, me motiva, me alienta, me vivifica, me convence de que contribuyo a mejorar su visión del mundo, me hace esforzarme por ser cada día mejor en mi quehacer educativo, siento que mi labor VALE LA PENA. Que mi trabajo es valioso.
De verdad que todas estas cosas son aventuras maravillosas que vivimos los seres comunes en los cotidianos palacios de la simple y real vida diaria. Como las aventuras emocionantes y emocionales que me hacen vivir los libros, MIS LIBROS, mis autores favoritos, los clásicos, los nuevos…los novatos, los consagrados, Cervantes, Homero, Virgilio. Las obras dramáticas, Shakespeare, Lorca, las tragedias griegas, Esquilo, Sófocles, Eurípides; los poetas, los ensayistas, los académicos. Mundos fascinantes y extraordinarios como lámparas mágicas que, al frotarlas con la yema de los dedos, nos transforman, nos transportan, nos hacen vivir tantas vidas que una sola vida nuestra no alcanzaría para tanto.
Y luego tengo la música…¡¡LA MÚSICA EN TODOS SUS GÉNEROS Y CORRIENTES!!
La clásica que aprendí a disfrutar con mi madre en la tierna infancia, la que tocaba mi abuelita en el piano de la iglesia nazarena, la que me han enseñado a disfrutar mis hijos, el rock latino, los grupos ingleses, la música pop, Joaquín Sabina ¡Único! La que me enamoró en la voz y las manos de músico de mi esposo: Serrat, la nueva trova, la música de protesta, el bossa nova, la samba, la salsa, el jazz, la música de las grandes bandas, el swing, el boggie; la música tradicional de los istmeños, los sones y los danzones; la cumbia, el merengue, el cha cha chá, el mambo, las bandas norteñas ¡¡las rancheras!! Disfruto la música –de todo tipo- en cualquier momento de mi vida. Creo que, con eso de que mi abuelita tocaba tantos instrumentos y mi mamá siempre nos cantó, he tenido la suerte de estar siempre acompañada de música. Y, como si no fuera suficiente... ¡Me casé con un músico! A veces le llevo a mis alumnos selectas piezas de música clásica y me ponen cara de aburrimiento pero, una vez que las escuchan, las identifican –han acompañado tantas caricaturas- hasta se sorprenden de disfrutarlas.
¡En fin! ¡Hay tanto en esta vida para gozar con todos los sentidos! Mis amorosos padres y sus consejos siempre sabios. La voz de mis queridas hermanas: Mi R, tan noble y tan amada, L, tan talentosa y de
Y lo mejor de todo: mis niños, mis muchachos, el tesoro más grande que me dio la vida, la aventura más maravillosa, el viaje más extraordinario de todos los imaginables y fantásticos viajes de la infancia. Si nosotras un día pensamos que recorreríamos el Missisipi con Tom y Huck viviendo emocionantes sucesos, que seríamos como Robinson Crusoe creando un nuevo mundo a nuestro entero gusto; si resolveríamos los crímenes más extraños junto a Sherlock y Watson, si viviríamos los dramas más apasionantes que se pudieran imaginar las hermanas Brontë; si la vida sería una aventura permanente plagada de peligros, intrigas y amor como para Cosette y su padre Jean Valjean, como para Paris y Helena, como para Eneas y Dido, como para Ulises y Penélope, como para el mismísimo Zeus y Hera o hasta para el solitario capitán Nemo…
Así ha sido mi vida como madre de una niña y dos varones. Alucinante, apasionada, por momentos dramática, llena de emociones y sentimientos que van desde la más dulce ternura hasta el amor más fecundo e insondable, pasando por todos los matices que se puedan imaginar, orgullo, pasión por la vida, preocupación por la muerte, deseos, celos, admiración, cariño, entrega, abnegación, frustración, coraje, incondicionalidad y todo lo que nos hace humanos y nos impulsa a vivir.
Definitivamente esta no es la vida que esperaba vivir. ¡¡ES MEJOR!! ¡Viva la vida real! ¡Tan valiosa, tan increíble, tan apasionante, tan llena de aventuras que supera todas las fantasías que la imaginación pueda crear! ¡DISFRÚTENLA! Como yo…
23 de septiembre de 2007.
3 comentarios:
eres una inspiración constante y un ejemplo a seguir, tu fortaleza me inspira y tu amor me hace feliz.
como siempre... te amo
NUNCA HABÍA PENSADO EN QUE ERES PRIVILEGIADA DE VIVIR JUSTAMENTE FRENTE AL PARQUE EN QUE JUGAMOS DE NIÑOS Y EN QUE CRECIMOS, SI YO VIVIERA AHÌ….MMMM ME PREGUNTO QUÉ HARÍA CON ÉL O EN ÈL…
RESPECTO A SEGISMUNDO POCO HUBIERA PODIDO DECIR FREUD O MUCHO PERO MUY PROBABLEMENTE EQUIVOCADO EN TANTO QUE NO CONOCÍA LA TEORÍA FEMINISTA QUE SÍ DA MUCHA CLARIDAD A TODO LO QUE NOS PLATICAS, TE LEO Y ME RESULTA YA INEVITABLE VERLO TOOOODO CON PERSPECTIVA DE GÉNERO, ES TODO TAN MARAVILLOSAMENTE EVIDENTE...ME GUSTÓ LO QUE NOS CUENTAS Y CÓMO LO CUENTAS, A JOSELILLO TAMBIÉN, LO DISFRUTÓ ENTRE LLAMADAS DEL TIMBRE Y VARAZOS A LOS PERROS QUE CASI SE QUERÍAN SUBIR CON ÉL A LA HAMACA QUE ME HICIERON TENER QUE REPETIR TEXTOS COMPLETOS PARA QUE NO SE PERDIERA EL HILO.
TITI B.
Y yo me quedo con muchas frases que escribió maestra, pero sobre todas ellas con esta "su trasformación en las aulas me hace sentir satisfecha, siento que soy parte de ese proceso, sus frases pidiéndome para más clases, para otras materias, para que trabaje más tiempo con ellos, me motiva, me alienta, me vivifica, me convence de que contribuyo a mejorar su visión del mundo" y es que ciertamente usted cambia la visión del mundo de cualquier normalista que la conoce, como me dijo un amigo mío, es usted todo un personaje, y un personaje del cual hay mucho que aprender y nada que olvidar. Para mí todo un orgullo tener una maestra como usted que muestra un camino tan agradable y lúdico que todo docente debería arriesgarse a recorrer, porque la enseñanza sin diversión es simple palabrería y se queda como letra muerta en un papel que se arruga y envejece, en cambio la enseñanza con diversión ayuda al alma a no envejecer y a lograr superarse a sí misma con cada día, dejando huellas mucho más profundas que la tinta en el papel.
Muchas gracias maestra.
Publicar un comentario