domingo, junio 24, 2007

¡Y bueeeeeeeeenooooo...así es la vida!

23 DE JUNIO DE 2007.
Voy a cumplir años mañana . . . ¡¡Aaaaaayyyyy Zandungaaa!! ¡¡Ayayayayyyyy!!

Ni modo... Hacernos viejos es la única forma de seguir viviendo . . . La opción es . . . ser vampiro. ¿No?
Sólo que la sangre no se me hace apetitosa. ¡Vaya, ni siquiera me gusta un filete "tierno"! ¡¡Prefiero que al cortarlo no tenga sanguaza!! ¡Qué asco! Es más...entre un plato de carne y unos buenos champiñones al ajillo...prefiero los hongos!! ¡¡SIEMPRE!!
O una quesadilla de flor de calabaza, quizá un delirico chop suey o un chao min, o unas deliciosas rajas de chile poblano con maíz desgranado, media crema y un poquitillo -muy poquitillo- de pechuga de pollo deshebrada... o alguna otra cosilla que no tenga mucha carne, cuyo ingrediente principal sea cualquieeeeer verdura y sólo contenga unas cuantas hebritas de carne.

Por supuesto que a mi abuela y a mi madre esto que digo ¡¡¡no les haría ninguna gracia!!!
Se pasaron mi infancia-adolescencia-juventud sirviéndonos espléndidas comidas de cuatro tiempos: (¡Oh mi Dios! Yo aún no dejo de preguntarme cómo le hacían para atendernos a tantos al mismo tiempo si fuimos 12 hermanos y siempre comimos todos juntos y éramos atendidos con una eficiencia que ya la han de desear mis tres hijos) 1)Sopa; 2)guisado de CARNE con su 3)correspondiente acompañante (arroz-puré-frijolitos-molotes de plátano rellenos de queso, tortitas de yuca o lo que se les ocurriera) y su infaltable guarnición de verduras -crudas o cocidas-, cuya variedad sólo se limitaba por la imaginación interminable de estas dos mujeres increíbles)
Y 4)el prometido postre cotidiano que -¡Oh mi Dios! Era siempre un delicia casera preparada de la manera más tradicional posible, con ingredientes naturales y el inconfundible, profesional y siempre magistral toque de mi abuelita Eme: Arroz con leche y pasitas, Natilla con nueces, buñuelos, jericalla, dulce de camote con piña, donas, churros nevados de azúcar y canela en polvo, crujientes hojuelas bañadas de jarabe de granadina, dulce de tejocote, jalea, ates de todos los sabores y colores de un sarape mexicano, cajeta -casera por supuesto-con pan de caja, galletas de jengibre, manzanas, duraznos y/o peras en almíbar.
Y, para los adultos 5) el cafecito que perfumaba la cocina y el comedor y remataba excelentemente la comida mientras nosotros tomábamos espléndidas y refrescantes bebidas de frutas de todos los colores habidos en el reino vegetal. A veces, incluso, nos compartían copitas de rompope que nos hacían sentir muuy "mundanas".

A R. y a mí nos encantaba que nos lo sirvieran en las tacitas de té de la vitrina de mami, su finísima porcelana con sus filos dorados o plateados, nos hacía sentirnos como un par de chicas cosmopolitas que -calzadas con las mejores zapatillas de mami- cruzábamos las enclenques piernas infantiles, nos mecíamos en los sillones del corredor y, levantando el dedo meñique bebíamos a pequeños sorbos nuestro rompopito mientras conversábamos sobre el último viaje familiar al mar, a Tapachula, Oaxaca, Tuxtla, México, Veracruz o donde fuera; sobre los libros que estábamos leyendo, sobre las amigas de la escuela, sobre algún niño que me tuviera fascinada en esos días o sobre la personalidad que adoptaríamos en nuestro próximo juego:
-"Vamos a ser dos agentes secretas que investigan los crímenes de Jack el destripador",
-"Sí, yo voy a ser Lorena Taylor en mi personalidad secreta";
-"Y yo seré Samarkanda Taylor".
-"Pero no diremos nuestros nombres a nadie".
-"¡¡Claro que no!!
Y sólo Beto supo (aunque no creo que lo recuerde) que, cuando investigábamos vestidas con nuestros propios pantalones y los sacos y corbatas de los trajes de papino, es porque no éramos nosotras las de siempre ¡¡Éramos LAS HERMANAS TAYLOR!!.
Y de algo servió leer tan pequeñas toda la colección de "Las aventuras de Sherlock Holmes" y las de "Tom Sawyer detective", porque le dimos vuelo a la hilacha con una imaginación incansable que extendía el juego por días y semanas y que, con los correspondientes intermedios e interrupciones que los demás juegos nos permitían, duró años, casi hasta que empezamos a vestir medias y ponernos rímel.
De vez en cuando, a lo largo de la infancia, la pubertad y todavía algo de la adolescencia, nuestras personalidades secretas volvían a la carga con toda la fuerza de nuestra imaginación plagada del contenido de taaaaantooos libros compartidos en esos años imborrables: novelas, cuentos, biografías e historias de la vida real que -¡Oh benditos tiempos!- suplieron la ausencia de la televisión dotándonas de la gracia divina, de una creatividad indomable, una fantasía desbordada y una implacable imaginación que luego nos ha servido para dar las mejores clases del mundo (R. con su formación pedagógica y yo con mi perfil en literatura).
¡Aayy! Aquellas funciones de teatro que organizábamos nos dejaban exhaustas con los preparativos tan meticulosos que nos llevaba días montar un espectáculo.
Desde preparar la tarima, el "foro" sobre el que actuaríamos bailando, cantando, cancaneando (¡sí! ¡Bailábamos can can con el famosísismo tema de Orfeo en los infiernos de Offenbach!); ensayar los pasos y la coreografía, escoger el vestuario, acomodar los asientos del "público"; elegir la música, lo bueno que la música abundaba porque mami era una fanática de la música clásica, de la música instrumental, de los bellísimos temas de películas como el tema de Lara, de Dr. Zhivago; La calle, o La Strada con Anthony Quinn; Sobre el arecoiris, de El mago de Oz; Tema de éxodo, de Los 10 mandamientos; Candilejas, Laura y un montón más que, en álbumes de 8 ó 10 discos gruesototes, de acetato, se apilaban sobre la consola mientras elegíamos. Y como mami un tiempo hasta fue fan de ¡¡los beatles!! pues teníamos también música "moderna" para elegir ¡¡Qué rollo!! ¿No?
En alguna ocasión nos quedamos con un disco de Sarita Montiel donde cantaba una pieza llamada "Polichinela", que nosotras adaptamos a nuestro baile cancanero y con la que, en cada "cata cata pun, cata pun con candela", nos levantábamos las faldas y mostrábamos las medias caladas que nos habíamos puesto para ejecutar el bailecito ése. Abuelita, mami, las muchachas que ayudaban en la casa y tooodoos los hermanitos nos aplaudían como el público más fiel y entusiasta que haya visto teatro alguno.
Esto era en los días calmos. Porque en días de pandillas -como le llamábamos ingenuamente al grupo de amigos y vecinos con quienes se compartían los juegos organizados- había torneos de canicas, de trompos, de yo-yos, de quemados, de hoyito (se escarban "medios hoyitos" en la tierra, tantos como jugadores participen, se pinta una raya desde la cual vamos "tirando" por turnos una pelota del tamaño de la palma de la mano, que cabe perfectamente en los hoyos que están numerados -cada número corresponde a un jugador-, si la pelota entra en tu número la recoges al instante y te lanzas a perseguir a los demás que ya salieron volando como delincuentes en fuga. Debes darle a alguien con la pelota o acumularás un huevito-piedrita en tu hoyo. Al acumular 3 te paran junto a una pared y te "fusilan" con la misma pelota.
También jugábamos encantados, roña, escondite, stop, al patio de mi casa, a la rueda de San Miguel, a mecernos en los columpios (siempre hubo columpios caseros en el patio), a "me regala un cigarrito" que era parecido a la roña pero con bases múltiples; a la roña-escondite que se juega con una lata y que, no sé por qué siempre se jugaba de noche, a Doña Blanca está cubierta de pilares de oro y plata, a los padres de San Francisco, Juan pirulero, las estatuas de marfil, a la víbora de la mar.
Con las niñas jugamos matatena, "pobrecita huerfanita", "al din don de la dina dina danza", "hilitos, hilitos de oro", "mambrú se fue a la guerra", "échenle sal, quién te picó", "chile, tomate o cebolla", "abuelita se quemó el atole", "tan, tan quién es, la vieja inés", "el lobo: jugaremos en el bosque mientras el lobo no está...".
A veces nos daba la fiebre de la cuerda, entonces brincábamos mañana tarde y noche. Solas, en pareja, con todos los hermanos, con las amigas/os, en el patio, en el parque, en el corredor, en la escuela...
Todos estos juegos organizados eran por temporadas, algo así como lo que estaba de moda. Duraban semanas, por supuesto.
También, con los hermanos y amiguitas más cercanas, nos daba por jugar a la casita y la armábamos con sábanas y cajas y todo lo que nos dejaran usar, entonces éramos un par de señoras amigas que, acompañadas de sus hijas-muñecas se visitaban unas a otras y tomaban el té juntas; o éramos una familia haciendo la comida y toda la rutina diaria de un hogar estándar.
Por supuesto que éste también era de los juegos que duraban varios días. Los sicólogos afirman que los juegos de roles son una etapa importante en el desarrollo evolutivo del niño. (¡Ooohh!).
Por las noches nos entreteníamos principalmente con juegos de mesa: lotería mexicana, las famosas "Pulgas", Basta, Serpientes y escaleras, Oca, Damas chinas, Damas españolas, El coyote y las gallinas, Barajas españolas con las que jugamos "nadie sabe para quién trabaja", "burro empachado", "conquián" y muchos otros que ya no recuerdo bien. Sólo me queda la sensación de días eternos en los que el tiempo alcanzaba para tooodooo.

Íbamos al mercado después del desayuno R. y yo solas o con mamá, ayudábamos un poco en algunas cositas de la casa y luego, si no estábamos en esos momentos metidos en algún juego especial de esos de varios días, leíamos un rato, cada uno su libro que, por supuesto, luego intercambiábamos.
Normalmente, luego de leer algo emocionate -¡¡y los clásicos infantiles y juveniles siempre lo eran!!-, nos daba por imitar lo leído, de tal forma que, si la lectura había sido de los 3 mosqueteros o el Conde de Montecristo, enseguida nos convertíamos en espadachines todos. Después de comer salíamos a mecernos a las hamacas al corredor, o a los columpios al patio a cantar a voz en cuello todo lo que estaba de moda en la radio o las canciones de cri cri de nuestros discos y de la memoria de mami.
Íbamos al río con D, B y J, jugábamos Stop en el patio, en el patio mismo asábamos grandes trozos de queso que compartíamos con los vecinos que venían a jugar, íbamos al parque a manejar bicicleta, ayudábamos a barrer el patio o regar las plantas del jardín de abuelita Eme, cenábamos las delicias que se preparaban para el caso y leíamos la biblia con toda la familia, luego todavía daba tiempo de jugar un rato al escondite o al encantado y nos acostábamos felices y aún llenas de energía a contarnos cuentos que, o leíamos o se los inventaba la R. especialmente para ella, para L y para mí.
Es obvio que, con una rutina así, no había ningún niño obeso. No recuerdo y por más que reviso en las fotos escolares, no encuentro a nadie que haya estado pasado de peso en esos tiempos. No había sedentarismo, todo era movimiento, actividad, vigor, entusiasmo.
¡Ay Dios! Es que fueron tantos y tantos juegos que, de verdad, al ver cuánto tiempo se le dedica actualmente a la televisión, los videojuegos, las películas de DVD, las computadoras y demás, pienso si lo que se ha ganado con tanta tecnología vale la pena por lo que se ha perdido en creatividad, espontaneidad, imaginación, dinamismo, energía, fantasía, ilusiones, quimeras y sueños tejidos al crear un juego, una diversión, un entretenimiento infantil que llenaba la vida y hacía crecer la visión, los sentimientos, las experiencias, la conciencia, el ser mismo.
Y no es que de plano no viéramos tele nunca, a veces veíamos las caricaturas de la tarde "Aventuras en el año 5000", que era un mosaico de Hi-man y otras más como Bugs Bunny y el pájaro loco, la vieja serie de Batman y Robin. Veíamos historias de Alfred Hitchcock; la dimensión desconocida, Perdidos en el espacio, Viaje a las estrellas, Flipper, Daktari...en fin, no absorbían nuestra vida, mucho menos nuestras mentes. Había más vuelo y amplitud de la imaginación en los libros: El maravilloso viaje de Nils Jolgerson, 20,000 leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la tierra, Gulliver en el país de los gigantes o con los liliputienses . . . uuuuuffffffffff.
¡Ay bella infancia tan ida! ¡Cuánto diera por capturarte en un frasquito como una esencia exótica, la más olorosa y cotizada, la más deseada y la más querida...y sacarte en las fechas especiales para llenarme el cuerpo con tus días ya idos pero no olvidados: un toquecito atrás de cada oreja, uno en cada muñeca, otro en el pecho, en el pliegue del brazo y, al final, lanzar un toque al aire para que mis cabellos capturen una brizna feliz de infante esencia. Y caminar con tu fragancia a cuestas para vivir en serio la nostalgia de ti, de las risas sin fin, de los silencios afines y las miradas cómplices, de los juegos que ensayan a la vida pero tienen la ligereza de ser un simulacro que se acaba ¡¡cuando tú lo quieras!! Cuando te aburres de ser mamá o papá, de ser el héroe o el villano cruel, de ser la bruja de la historia negra, de ser el caballero que rescata a todos.
Y vuelves a ser tú, un simple niño que sólo desea un abrazo-consuelo, un beso-sanador, un vaso redentor de blanca leche. . .
Yo volvería feliz a vivir cada día de mi infancia.
También mi adolescencia enamorada. ¡Aaaaahhh cuántas veces me enamoré! ¡Y en cada una creí que era amor eterno!
¡Hasta que conocí el amor grande, tal vez no eterno sino muy terreno y entonces me di cuenta que los otros eran PIRITA!*

Supongo que, como todo en la vida, en mi infancia y adolescencia hubo momentos buenos y malos...
¡Lo siento! ¡No recuerdo los malos! ¡
¡Es que los buenos fueron taaaaaan buenos . . . que me quedo con ellos!!

Ahora un poema que tiene que ver con lo que se ha ido, con la nostalgia... sed benévolos, condescendientes...sale?

¿ADÓNDE VAN LOS BESOS?
¿Adónde van los besos
que no he dado?
Las caricias sin tiempo
que soñaba
en la quemante
adolescencia,
adónde se han perdido
titubeantes.

¿Es la brisa estival
que marchita
jazmines incipientes?
¿O la dorada arena
de esa playa
que devoró nuestra
ilusión demente?

Los besos de algodón,
de lilas y fragantes
azucenas.
Los de incendio y ceguera…
Los del adiós,
de otoño,
los de aquella rivera
¿Dónde han ido?

Insensata mi boca
los añora,
mi loco desamparo
los requiere,
el calendario
que me encarna
los evoca tarde a tarde,
poro a poro.

Cruel batalla del tiempo
y el fracaso,
del adiós y la duda,
de la ley más violenta.

De mi mapa de flores
y remiendos
que los alisios templan
en estas madrugadas
del verano.

Besos de oro,
dulces y dolientes
como el amor sin fin
de los muchachos.

Como el fuego
que todo lo consume.

Como tu vida,
atada inapelable y fiel
al nacarado traje
que reviste mi ser
y que deslumbra
tus noches en mi cama.
ABRIL 2007
*PIRITA Es un mineral brillante de color amarillo oro (sulfuro de hierro), también conocido como "el oro de tontos" o "falso oro".

lunes, junio 11, 2007

¡¡VISITAMOS MUSEOS Y UNA ESCUELA INCREÍBLE!!



Pues sí, me fui con 3 grupos de alumnos a la Cd. de México, al D.F., al defito, al defectuoso, a Chilangolandia, a Mexicalpan de las tunas, en fin...cómo usted guste decirle.

Al principio nos pareció algo así como nuestra peor pesadilla en la calle del infierno: Nuestros choferes (a quienes pagamos $750.00 diarios) neuróticos, histéricos, irascibles, voluntariosos, tacaños con sus viáticos, todo el tiempo procurando no gastar en lo más mínimo (¡¡en sus propias comidas y hospedajes!!), resistiéndose a hacer los movimientos que requeríamos para trasladarnos de un lugar a otro, etc.

Además el tráfico insoportable, el clima horrendo, la gente indiferente y totalmente fría, la comida mala, el trato peor, el humo y el ruido intolerables, la cantidad de automóviles enloquecedora, las distancias desquiciantes, los tiempos para llegar A CUALQUIER LADO ¡¡insufribles!!

Y sin embargo...

Sí, sin embargo fue bueno, muy bueno!! Fue un viaje cansado, el autobús escolar es terriblemente incómodo, la compañía era un tanto alborotadora, indisciplinada, rumiante y, por momentos, quejumbrosa como un viejo portón costeño con salitre y herrumbre del siglo XIX. Pero en los momentos álgidos no había nadie mejor para ayudarme a levantar los ánimos y mirar el vaso medio lleno ¡¡y de limonada!! que mis jóvenes alumnos tan alegres, tan bailadores, tan bromistas, tan entusiastas, tan risueños, tan, tan, tan, ¡¡jóvenes!! ¡Qué otra cosa podría decirse de ellos que los describa mejor! ¡Simplemente son jóvenes!

Y aunque al inicio parecían aburrirse con los sitios históricos visitados: Palacio Nacional, las ruinas del Templo Mayor, su museo, la Catedral, el Zócalo, la Alameda... Poco a poco los fui viendo tomar interés en los relatos de los guías que, tan amablemente, nos proporcionó la Directora de Desarrollo Delegacional de la Deleg. Benito Juárez, Profra. Ma. del Pilar Flores Cano y su colaboradora, la C. Martha Luz Hernández Ramírez, a quienes les debemos un profundo agradecimiento por todas sus atenciones para con nosotros.


Para el 2º día, que salimos del D.F. para visitar las pirámides de Teotihuacan, su mirada empezaba a cambiar, sus mentes también -¡espero!-. Su rencor hacia los conquistadores comenzó a manifestarse en sus comentarios y su orgullo de mexicas, zapotecas, mixes, huaves, mixtecos y demás, se dejó entrever en el acerado brillo de sus oscuras pupilas: -¡Profa! ¿Por qué tuvieron que venir a conquistarnos? ¡Si éramos una raza con una cultura más avanzada que las que había en el viejo mundo hasta entonces!-



Los días pasaron y visitamos el museo UNIVERSUM en Ciudad Universitaria, una maravilla donde reinan las ciencias. La fresca libertad que se respira en los jardines y pasillos de Ciudad Universitaria, los famosos murales, la hemeroteca, la biblioteca, el conocimiento, la historia, el arte, la cultura, las investigaciones y proyectos de todo tipo, las diversas facultades con su singular estilo cada una ¡Toda una riqueza capaz de henchir nuestras mentes y corazones, de hacer saltar las fibras de nuestro ser con el orgullo por la máxima Casa de estudios de todos los mexicanos! ¡Lástima que no pudimos ponerle la cereza al pastel visitando el Estadio olímpico universitario! ¡El Estadio Puma! ¡¡Grrrruarrr!! Donde nuestros felinos consentidos sacan la garra en cada partido. Por cierto, cerca de C.U, hay un espectacular que anuncia con orgullo: "Usted está entrando a territorio PUMA" y se ve, por supuesto, un logo gigante de los pumas. Luego vemos un Pumabus, esos autobuses ecológicos que transportan gratuitamente a todos por C.U. ¡Ah! ¡Qué grandioso espacio mexicano! ¡Nada que ver con Tecnológicos de Monterrey, La Salles, Udlas, ni Iberos!

Pues toooodooooosss los museos y sitios históricos que visitamos con los muchachos fueron significativos para el reencuentro con nuestras raíces: Teotihuacan, Acolman, el Palacio Nacional, las ruinas y el Museo del Templo Mayor, la Catedral, la Alameda, Bellas Artes, el Sanborn's de los azulejos, el edificio de correos, la Zona rosa, la Casa azul de Coyoacán donde Frida Kahlo nació, vivió tan intensamente sus amores y pasiones y donde murió el 13 de julio de 1954; el exquisito y sorprendente Museo Dolores Olmedo en Xochimilco, la generosidad incomparable de esta mujer que donó su tesoro al pueblo de México, para que TODOS podamos disfrutarlo. ¡Y vaya que lo hicimos!





¡Qué sitio tan bello esta ex hacienda de La Noria! ¡Tan plácido! ¡Tan relajante! ¡Tan verde y tan hermoso! ¡Cuánto arte, historia y cultura nos contempla en cada sala, cada pasillo, cada jardín! ¡Cuánta armonía en los objetos, los adornos, los árboles, las flores, los macizos de las hortensias como acuarelas pasteles, las puritanas magnolias, las vibrantes buganvilias, los míticos xoloscuintles, los espléndidos pavos reales, los cisnes, patos, gansos, las provocadoras esculturas en todos los espacios imaginables, la piedra volcánica dando una indestructible sensación de eternidad y el relajante verde que lo enmarca todo como una corona natural, única, irreemplazable.


Y saliendo de aquí nos fuimos a navegar por las chinampas en nuestras alegres y colorinas trajineras donde -¡Juventud divino tesoro!- los muchachos cantaron y bailaron con los mariachis, de trajinera a trajinera, vimos turistas japoneses y europeos que nos gritaron "Viva México", haciendo que los jóvenes completaran con "¡cabr...!"



Luego ¡Increíble! nos tocó partido de la selección mexicana contra Paraguay ¡Todos al Azteca! donde, para nuestra tristeza, el equipo no sacó la casta, dejándose vencer con un tibio gol de último minuto que arojó tremendo cubetazo de agua fría en todos los presentes. Menos mal que antes de esto vimos jugar al equipo femenil que -¡Benditas mujeres!- mostró lo que es ser grandes, aunque ignoradas por los medios, en un brillante partido no televisado, vencieron a Panamá por 3 goles a 1. ¡Bravo por nosotras! Como siempre...¡Primero las damas!
Visitamos al día siguiente el Museo Nacional de Antropología e Historia, con esa grandeza inimitable que le confieren los siglos de historia concentrada en objetos que representan nuestra esencia misma. La sala Mexica y su impresionante Piedra del Sol. Es impactante comprender lo que los españoles contemplaron al entrar a Tenochtitlan, las impresionantes y bien trazadas calles adornadas por piedras labradas, imágenes de leones, tigres, águilas, serpientes y deidades de todo culto y tipo. La sala oaxaqueña, la maya, la olmeca...

Subimos en trenecito al heroico Castillo de Chapultepec y recorrimos, ansiosos, cada una de sus salas plagadas de historia nuestra, de esas páginas tan conocidas y, al mismo tiempo casi ajenas, de la lucha por nuestra independencia, de las invasiones, la constitución de la república por Juárez, las leyes de reforma, su gabinete, la construcción de otro México. La revolución derivada de las injusticias sociales, el otro oaxaqueño -Díaz- y su vida de príncipe en ese lugar con espacios exquisitos. Los históricos sitios de defensa del Castillo por los héroes niños, vimos en nuestra mente la ofensiva norteamericana aventajando en número, en armas, en violencia a nuestros tiernos cadetes que nunca fueron superados en ánimo, en espíritu, en afán de protección de su suelo, en la sangre mártir dispuesta a derramarse antes que permitir que nuestra bandera fuese mancillada. Los lugares, señalados por frías placas de cobre, en que vertieron su sangre, donde entregaron su vida a la naciente patria.

Nos imaginamos a esos adolescentes resistiendo, sufriendo, muriendo. En tremendo contraste pudimos ver en nuestra imaginación los grandes bailes de Carlota, los de Carmelita...los asombrados ojos juveniles de mis alumnos vieron, casi con repugnancia, los espectaculares salones, el mobiliario y los lujos ofensivos en que se regodeaban los gobernantes mientras el pueblo agonizaba en la miseria. Las palabras de Díaz Mirón resonaban en mi mente cuando oí a uno de mis alumnos decirlas: "Nadie debe gozar de lo superfluo mientras alguien carezca de lo indispensable".
Contemplamos desde lo alto el Paseo de la Reforma, el Ángel de la independencia, las tumbas heroicas de los niños, el hemiciclo a su memoria...Luego vino el Lago, los pasillos con su mercadería, vimos indígenas de Papantla en plena faena voladora...la emoción y las experiencias no nos dieron tregua.
Y al día siguiente, nuestra visita a la Escuela Activa Paidós y el impacto más grande en las experiencias docentes de mis alumnos, su estancia en los salones comprobando la efectividad del método implantado por la Dra. Teresita Garduño Rubio. La libertad, el respeto a la diversidad, el derecho a ser diferente, único, a expresarse, a desarrollarse cada uno a su propio ritmo, a tener una opinión personal y manifestarla. El avance tan grande en cada niño. -"Profa. me da pena, me siento ignorante al lado de estos niños, usan palabras que no sé qué quieren decir"- Luego su entrevista con la Dra. Teresita: única, valiosísima, diferente, demoledora de esquemas caducos, refrescante, esperanzadora. Los ojos juveniles abriéndose asombrados, admirados, regocijados del descubrimiento recién hecho: -"¡Hay escuelas diferentes! -¡Hay escuelas diferentes!" Las grabadoras, videocámaras, celulares y demás aparatos funcionando, sorbiendo, grabando cada gesto, cada expresión, cada palabra de la Dra. Teresita. Y luego, ya fuera de la escuela: Ya les dije compañeros, cuando terminemos, trabajamos un tiempo para juntar la lana y luego abrimos juntos una escuela como ésta"- "por lo menos que nuestros hijos tengan un espacio como éste, donde puedan desarrollar sus capacidades sin traumas, sin sometimientos, en democracia y libertad"- -"¡Sí, sí, sí, tenemos que hacerlo, podemos hacerlo!"-
Y yo pensando: -¡Oh Dios! ¿De verdad estoy dejando la semilla en estos jóvenes? ¿Estoy cambiando sus mentes? ¿Se están transformando sus corazones?

Como dice el poeta: Yo no lo sé de cierto, lo supongo...algo cambió en los muchachos y espero que sea permanente, no una llamarada de petate, no una experiencia más para archivar en el barril de los recuerdos. ¡¡Algo que marque sus vidas y las transforme!!

¡Ya sé! ¡Es mucho pedir! ¡Confórmate con que no hubo ningún incidente negativo en este viaje! ¡Todo salió bien! ¡Lo siento! ¡No puedo dejar de soñar! ¡Ni puedo ni quiero! ¡Me gusta soñar que estoy tocando vidas y ayudando a los jóvenes a mirar el mundo con otros cristales, más límpidos y claros, más esperanzadores y expectantes, más prometedores y competentes, más acordes a las necesidades actuales, a lo que requerimos como especie para dejar de destruirnos y de acabar con nuestro entorno, que es genocida y es suicidio... Sólo eso quiero, sólo eso pido, sólo eso sueño...

Aaaahhh, olvidé contar al principio que, el primer día del viaje visitamos el tres veces heroico Puerto de Veracruz y fuimos al Castillo de San Juan de Ulúa con sus anchísimos y húmedos muros que consumieron las vidas de tantos mexicanos, algunos insignes como nuestro Tata Juárez y otros sin renombre, seres anónimos, gente inocente del pueblo que pagó el débito de vivir en una época nefasta para casi todos. La famosa celda de Chucho "el roto", cuyas piedras vieron apagarse la vida del célebre Robin Hood mexicano y tanta historia colonial y tanta tristeza ante el vasallaje de nuestra gente, tanta esclavitud, dolor, muerte... y aún así...los veracruzanos tan alegres, bullangueros, abiertos, jacaranadosos, extrovertidos. Vimos barcos de todo tipo, el astillero y su gigantesca maquinaria. Nos paseamos en el bello malecón y, con un calor sofocante, de trópico bello, recorrimos el boulevard. Nos bañamos un rato en las olas del golfo ¡del atlántico! que casi nunca visitamos y, como buenos istmeños acostumbrados a darnos 3 regaderazos diarios, luego fuimos a las regaderas a quitarnos el bochorno del día y..... nos lanzamos a Mexiquín donde la aventura continuó según lo narrado más arriba...

Ahora... para no perder la costumbre...les comparto un poema mío, sean benévolos...

MI BARCA
Mayo 2007
Una vez tuve una barca
que soñaba sobre el mar,
y era tierna y era mía
y mecía una canción.

En las olas victoriosas
mi barca loca cantaba,
y en la calma de la mar
marchaba bajo las nubes
y sobre versos de espuma
que encadenaba a su andar.

A veces su voz salada
se hacía tortuga marina
y animaba a las sirenas
que se bañaban de luna
en medio del verde mar.

Mi barca sólo era mía
como mío tu mirar,
como la flor incendiaria
que nos regala la tarde.

Como el niño que soñamos,
cuya imagen nos seguía
como un bejuco muy tierno
que se enredó en nuestras almas.

Mi barca sola está triste,
como las horas del día
que anteceden a la noche,
como tu boca y la mía
que se mueren de nostalgia
por las cosas que dijimos,
por los besos que no dimos,
por el adiós impensado
con que se acabó la historia
de mi barca y de tu amor.

Que la alegría de estar vivos los atrape para siempre y la felicidad no los suelte nunca.